jueves, 3 de mayo de 2007

Entrevista a Claudio Bertoni

"Volverte loco es el peor castigo que te puede pasar"

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Bertoni, de 61 años, es alguien atípico. Eterno enamorado del género femenino, poeta y fotógrafo a la vez, un artista innato sin pelos en la lengua. Pasa los días entre las grabaciones de sus creaciones, que luego pasa a papel, y sus fotos; todo apilado en una esquina de su casa en Cocón. Allí encuentra refugio contra el “mundillo” material y esos fuertes dolores de cabeza; secuela de la locura que aún lo acecha y que debe enfrentar constantemente.

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En la obra de Bertoni las imágenes son poemas y los poemas son imágenes, son un todo indisoluble que se inspira en la figura de la mujer. Para este artista “vivir es ver mujeres”, como dice en uno de sus poemas de "Jóvenes Buenas Mozas". En su trabajo se resume el espíritu del voyerista que colecciona momentos, imágenes de la intimidad, que nos hablan del vacío.

A Bertoni le gusta pensar en el aspecto nostálgico de la fotografía, “en algún sentido la fotografía es siempre una presencia que convoca una ausencia. La operación es dialéctica, la fotografía es posible, porque ya no existe una presencia”, reflexiona.
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Sus desnudos contienen un trozo de vida privada expuesta al público. “No fotografío a una "modelo", como un objeto a retratar, sino como el espejo de la intimidad que se expone en el desnudo”; una intimidad donde se incluye al él mismo.

Para él, el desnudo como vacío, como falta de presencia, y la mujer (sobretodo esta última) son su tema principal, diríamos que casi una obsesión. “Mirar a través del lente, como el tiempo, la vida, el amor, los afectos; todo se acaba."
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"Sólo quedan, para consuelo de consuelos, las mujeres. Yo las busco en todos los rincones posibles, en las manos gastadas de la cajera del almacén, en el retrato de esa primera mujer, la que no sabía gritar, en las imágenes difusas de nalgas y calzones, en todas partes busca a ella a la mujer chilena”, cuenta.

La locura fecunda en la soledad

“Crisis de pánico, desamparo absolutamente inexpresable, una sequía de creación”, es como define esa etapa de su vida, de la que aún quedan algunas secuelas como los permanentes dolores de cabeza que sufre.

-¿Qué pasó contigo en ese tiempo?

Yo dejé de escribir en el acto... mira, yo tenía la sensación de que una enorme boca me estaba absorbiendo la cabeza como un plato de tallarines. Dejé de escribir, leer, cualquier cosa que fuera mas heavy que el Condorito me hacía arrancar. Andaba llorando en la calle. Volverte loco es el peor castigo que te puede pasar. Se produce una percepción de la realidad que es, cuando menos, intolerable. Y si no toleras algo, tení que terminar y la única manera es matarte.

En sus palabras se nota el miedo que le tiene a la locura, quizás porque ha estado demasiado cerca de ella. Lo cautiva, lo intimida, pero está dispuesto a luchar contra su influencia.


Al reflexionar sobre esos difíciles momentos, encuentra el origen de su mal en la soledad en la que ha vivido acompañado. Parece una ironía, pero así es su vida y su obra, rodeado de mujeres pero solo. “Al menos está la familia. Si ellos no hubiesen existido yo creo que no estaría aquí. Hay que decirlo, la cabeza es el infierno”, reconoce Bertoni.


Sin embargo, el hogar que no formó y el hijo que no ha tenido no dejan de ser un tema que lo persigue. Con sus parejas -por lo demás, siempre muy menores que él- ese siempre ha sido el problema. "Yo también quiero tener un hijo y esa es la contradicción maldita. No soy hipócrita, porque si bien puedo vivir en una pieza echado toda mi vida -no requiero ropa y vivo con muy poca plata-, por otra parte necesito la ternura y el sexo que se tiene con una pareja".


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Aunque Bertoni parece indefinido en cuanto al amor, considera que es muy importante que este tome el lugar primordial que le corresponde, ya que en la cultura pareciera estar ausente. “Estamos en un tiempo súper terrible, la gente usa los minutos de su vida de la manera más imbécil. Los huevones tienen la atención puesta en huevás materiales, que los medios de comunicación incentivan. Pensar que son una huevá increíble y están usados de la peor manera”, comenta.
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Definitivamente Bertoni no quiere ser de esa clase de gente, él prefiere recoger zapatos abandonados -lo que lo ha llevado a tener casi dos mil zapatos viejos y retorcidos-, grabar sus pensamientos, que “alguna vez” trascribirá al papel y buscar musas para sus fotos; en fin, vivir sencillamente.

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